Si, a veces uno se pierde en el bosque. Estábamos en los alrededores de Genk, un pequeño pueblo a una hora y media de Bruselas en tren, buscando el hostal donde debíamo dormir esa noche. Y nos perdimos en el bosque, bueno en el bosque es mucho decir. En la carretera que queda al lado del bosque. Pero eso fué la primera perdida, porque hubo una segunda, al otro día, donde tomé esta foto. Acá nos perdimos dentro del bosque, pero ni siquiera. Nos perdimos por los caminos del bosque, donde corren, montan bicicleta, los habitantes circundantes.
Luego de perdernos por primera vez y llegar muy tarde en la noche al hostal, no había nada que comer. Pero habia la posibilidad de pedir pizza por teléfono (!) que bosque más civilizado, pensé. Tocamos piano, comimos pizza y bebimos vino y cerveza del bar, que nos dejaron abierto a nuestra disposición. Bueno realmente no tocamos piano. Lo intentamos. Lástima que esas costumbres se pierdan. Antes había más gente que sabía tocar piano.
En el bosque sonaban los pitos de los celulares y los mensajes de texto. La gente escuchaba música en el ipod. Llamábamos al dueño del hostal para que nos ubicara.
Cantaban las ranas en un lago enorme. Acariciamos cabras, vimos caballos y vacas. Toreamos perros. Transformamos palos en bastones.
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