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ramiro arbeláez

Ramiro Arbeláez, Cinemateca de la Tertulia, mediados de los 80
Rapidógrafo sobre papel, 2010.


Retomando la entrevista que en el 2007 le hice, hace poco le pedí a Ramiro que me enviara su biograma para complementar aquella conversación sobre el gótico tropical publicada en este blog. Sin embargo el tiempo a pasado y Ramiro y yo nos hemos vuelto muy amigos, condición que vino a afectar de una manera curiosa mi petición. Cuando monté en este blog la entrevista, le pedi junto al biograma, que la revisara y me hiciera algunas correciones. Ramiro leyó todos los textos que había publicado y decidió mandarme un biograma qu iba muy a tono con las biografías que hice para Arte Extremo.

He aquí el resultado:

R. A. nació en Cali en 1.952 cuando su familia vivía al frente del Hotel Aristi. Recuerda cuando inauguraron el teatro Aristi aunque él sólo pudo entrar muchos años después, cuando ya vivía en el barrio Granada, donde hoy queda la sede de Lugar a Dudas; por eso le pareció mágico que Oscar Muñoz lo haya llamado a organizar el primer ciclo de cine para el público, proyectando desde el lugar que antes ocupaba su cama, el lugar de sus sueños. Desde muy temprano se interesó por el teatro, cuando el profesor Córdaba, que daba Historia en el Colegio San Luis Gonzaga le hizo adaptar para el teatro la obra Edipo Rey. Después dirigio y actuó en varias piezas dramáticas de corte jesuíta. Allí lo vió Andrés Caicedo a los 15 años (1.967), y lo llamó para que actuara en las obras que él mismo escribía. Con Andrés y con Jaime Acosta montó varias obras teatrales hasta 1.972, cuando el interés por el cine le ganó la partida. Invitado por Andrés, en 1.973 se vinculó al Cine Club de Cali en el mismo momento que lo hizo también Luis Ospina. Allí comienzan una labor de exhibición y crítica que se extiende hasta 1.977, cuando es llamado a dirigir la Cinemateca del Museo la Tertulia, una sala que se había inaugurado seis meses antes, donde continúa su labor de formación de públicos. En ese momento comienza su gusto por el baile, que practicaba con un grupo de amigos comandado por Oscar Muñoz, con el que merodeaban por la Cali nocturna viajando en un Suzuki al que no se acuerda como le cabían 10 personas aparentemente sobrias. Siempre prefirió el baile a las rumbas parlanchinas, pues recuerda que él se volaba temprano de las rumbas en la casa de Ospina para ir a bailar con sus amigos al Seven Sky. En 1.980 comienza a combinar su labor en la Tertulia con clases de historia y estética del cine en la Universidad del Valle, En 1.986 la Univalle lo envía a hacer su maestría en cine y televisión a Brasil. Durante tres años en São Paulo, además de estudiar cine y verse cuanta película se le atravesaba, retomó su gusto por el teatro, pero ahora asistiendo como público, en un momento de efervescencia de las artes escénicas en Brasil. A su regreso continuó de profe en la Escuela de Comunicación Social donde hoy va a completar 30 años, y en los últimos 16, además de tener una hija, ha investigado sobre la historia del cine caleño y colombiano. A él se le debe el desenmascaramiento de P.P. Jambrina, el director de la enigmática película Garras de Oro (1.926). Ese director y esa película lo siguen trasnochando hasta ahora, y como se ha hecho tan pesado llevar ese bulto a cuestas, en los últimos años ha encontrado la ayuda de la investigadora Juana Suárez, profesora de la Universidad de Kentucky, con la que ya escribió un ensayo revelando ese secreto y muchos más referentes a Garras de Oro. Ese largo escrito verá la luz en el próximo julio publicado por la revista gringa The Moving Image, la revista de la Asociación de Archivistas, que es uno de los oficios que ahora más le gustan, desempolvar papeles en los archivos.

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