Esta fué una respuesta de Ejecutrash a un post que escribió una compañera Ejecutrash sobre su experiencia como curadora de un salón regional en su blog. diario de una curradora
Querida compañera de infortunio,
Encuentro en tu diario una cuestión en la que yo misma he pensado y observado bastante.
Después de darle muchas vueltas, decidí aventurarme a sacarle una conclusión, ponerle pies y cabeza a ese muñeco, a esa tragedia que es hacer una “curaduría regional”. He aquí mi reflexión:
Todos caemos en la misma trampa, unos quieren ser médicos y bomberos, atacarse a lo “urgente”, a lo que se necesita, abarcar lo inabarcable con una sola exposición, la catástofre, como bien dices.
Con una sola exposición, a perdón, con dos por región. Una vez, cada dos años. Una sala de urgencias medianamente grande, con lo necesario para atender, tomarle el pulso y la temperatura como diría la enfermera Traba, al arte nacional. Un censo donde aparecen uno tras otro, los inventarios y los diagnósticos de tales o cuáles enfermedades. Por lo menos cada dos años, el gobierno presta la ambulancia para ir recorrer esas regiones inóspitas y no para curar sino para traerle devuelta lo que finalmente pide: una cuenta perfectamente detallada, un recibo donde se declare todos los galones de gasolina que se gastaron puebliando y los desayunos comunitarios que organizaron los medicos sin fronteras.
Nación, región. Las juventudes nazis o mejor, “la alfabetización” que los de último año de los colegios privados tienen que ir hacer a un hospital o un colegio de niños pobres.
Luego los reunen, a los enfermeros y médicos y se critican y culpan mutuamente de no poder abarcar todos los pueblos, todos los enfermos, delante de los dueños de la ambulancia, deleitados ante tanta vocación, abnegación, sacrificio, coherencia, conciencia, consecuencia. Que este cuento del arte, tan interesante, tan apasionante, tan trascendental, si que sale barato.
Yo, que tantas veces me he sentado en esa larga mesa llena de gente como yo, cansada, enferma y con anemia, en esos desayunos comunitarios de bienestarina que nos dan los curadores. Quiero que me paren bolas en serio, quiero que a mi me quieran, quiero tener un nombre, quiero que a mi me cuiden, si me enfermo o estoy triste, porque yo quiero creceer. Que no se concentren en las cuentas, en representar una cosa que no existe y que finalmente no importa. La región es un invento del “misterio” de cultura para hacernos sancadilla a todos.
Querida compañera de infortunio,
Encuentro en tu diario una cuestión en la que yo misma he pensado y observado bastante.
Después de darle muchas vueltas, decidí aventurarme a sacarle una conclusión, ponerle pies y cabeza a ese muñeco, a esa tragedia que es hacer una “curaduría regional”. He aquí mi reflexión:
Todos caemos en la misma trampa, unos quieren ser médicos y bomberos, atacarse a lo “urgente”, a lo que se necesita, abarcar lo inabarcable con una sola exposición, la catástofre, como bien dices.
Con una sola exposición, a perdón, con dos por región. Una vez, cada dos años. Una sala de urgencias medianamente grande, con lo necesario para atender, tomarle el pulso y la temperatura como diría la enfermera Traba, al arte nacional. Un censo donde aparecen uno tras otro, los inventarios y los diagnósticos de tales o cuáles enfermedades. Por lo menos cada dos años, el gobierno presta la ambulancia para ir recorrer esas regiones inóspitas y no para curar sino para traerle devuelta lo que finalmente pide: una cuenta perfectamente detallada, un recibo donde se declare todos los galones de gasolina que se gastaron puebliando y los desayunos comunitarios que organizaron los medicos sin fronteras.
Nación, región. Las juventudes nazis o mejor, “la alfabetización” que los de último año de los colegios privados tienen que ir hacer a un hospital o un colegio de niños pobres.
Luego los reunen, a los enfermeros y médicos y se critican y culpan mutuamente de no poder abarcar todos los pueblos, todos los enfermos, delante de los dueños de la ambulancia, deleitados ante tanta vocación, abnegación, sacrificio, coherencia, conciencia, consecuencia. Que este cuento del arte, tan interesante, tan apasionante, tan trascendental, si que sale barato.
Yo, que tantas veces me he sentado en esa larga mesa llena de gente como yo, cansada, enferma y con anemia, en esos desayunos comunitarios de bienestarina que nos dan los curadores. Quiero que me paren bolas en serio, quiero que a mi me quieran, quiero tener un nombre, quiero que a mi me cuiden, si me enfermo o estoy triste, porque yo quiero creceer. Que no se concentren en las cuentas, en representar una cosa que no existe y que finalmente no importa. La región es un invento del “misterio” de cultura para hacernos sancadilla a todos.
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